"Que toda vida es sueño y los sueños sueños son? "

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domingo, 15 de noviembre de 2009

Un finde en Laos

El segundo fin de semana de estar aquí, tuvimos que viajar a Laos ya que al entrar a Birmania perdimos nuestro visado de 2 meses, obteniendo únicamente uno de 15 días.
Coincidiendo que el lunes los niños estaban fuera, decidimos pasar un finde largo en Laos, y así hacer un aperitivo de este país, ya que en diciembre pensamos recorrerlo de norte a sur.

Para entrar en Laos, tan sólo hay que cruzar el puente de la amistad que cruza el Mekong. En menos de 5 min ya estás ahí.

La visa es bastante cara, son 35 USD cada vez que entras. Cogimos un tuk tuk hasta Vientiane, la capital, que está a 20km de Nong Khai. Como era fin de semana y la embajada estaba cerrada, cogimos un bus local hasta Vang Vieng, a 4 horas de Vientiane.

Viajamos en bus local. Y ha sido el viaje en bus más auténtico que hemos hecho hasta ahora. Iba lleno de gente hasta arriba, con cientos de cajas, de galllinas y hacía un calor insoportable. Los ventiladores tenían una función sonora de carraca más que de ventilador, porque hacían ruido pero no daban aire. El pasillo del medio estaba lleno de cajas y gente, primero de pie, después sentaditos en unos taburetes enanos que desde la calle alguien subió para que la gente pudiera sentarse.

El bus no hace paradas como las concebimos nosotros normalmente. La gente simplemente chilla al conductor cuando quiere parar. Y así hicimos hasta 20 paradas antes de llegar a destino. Y lo más curioso del tema era que la gente, cuando llegaba a su destino o alguien quería subir, simplemente abría la ventanilla de su asiento y saltaba por la ventana. Así no hacía falta molestar a las decenas de personas que iban en el pasillo. Ante todo, aquí la gente piensa en los demás.

Llegamos a Vang Vieng por la noche. Entontramos una guesthouse en el río, y dormimos en unos bungalows con vistas al río por unos 5€ los dos. Cheap Cheap.




A la mañana siguiente, nos sorprendió no ver prácticamente a nadie por las calles, y unas horas más tarde entendimos por qué. La principal atracción aquí es hacer tubing, que consiste en bajar con unos neumáticos de camión por el río. Unos 3km de recorrido en el que a medida que bajas te vas encontrando con bares de bambú en el mismo río, y donde hay una fiesta increíble. La música a tope, la gente ( casi todos farang) bailando, bañándose en el río, bebiendo , del revés, saltando en tirolina o tirándose por los toboganes que algunos bares tienen.



Para llegar a cada uno de los bares, tienes que cogerte a la cuerda que la gente del bar te tira para arrastrarte hasta allí. Dejas tu neumático y a bailar!
Como una Ibiza pero en versión río laosiano.

El domingo por la noche volvimos a Vientiane, para poder ir a la embajada pronto por la mañana. Vientiane es una capital muy agradable, a diferencia de las capitales asiáticas, que por norma son un auténtico caos. Tiene muchas zonas verdes, está protegida por el Mekong , tiene un paseo fabuloso (desde el que se ve Tailandia) y una arquitectura colonial francesa muy marcada llena de cafés, bistros y restaurantes franceses. Una auténtica delicatessen.



Cenamos en un restaurante francés, donde pudimos comer unos entrecots de 250grs con vino y baguette. Como si estuviéramos en París, a diferencia que pagamos por la cena una décima parte de lo que nos hubiera costado allí.

Estuvimos en un hotel boutique, y decidimos excedernos de presupuesto para tener una auténtica suite, un lujo de habitación: madera, decoración oriental exquisita y televisión plana por cable, internet y vistas al Mekong. Por un módico precio.
La experiencia en la embajada al día siguiente fue la típica espera de toda burocracia, pero a unos 39grados y sin aire acondicionado. Y eso que ahora es invierno aquí. Lo que nos sorprendió fue ver tantísima gente ahí. Tailandia es el paraíso de los occidentales para vivir.

Todo fue bien y pudimos obtener nuestro visado al día siguiente.
Bus hasta el puente. Trámites en Laos. Trámites en Thailandia… Tuk-Tuk hasta nuestra casa en Nong Khai.
Y ya estamos de vuelta en Thailandia.

Nong Khai

El mes de noviembre hacemos un parón en nuestra intensa ruta de viaje para participar en un programa de voluntariado en Nong Khai, región de Isan, en el nord-este de Tailandia, justo en la frontera con Laos.

Es una ciudad ribereña con mucho encanto, donde se come de lujo y está separada de Laos por el imponente río Mekong, la columna vertebral del sudeste asiático. Desde el paseo del río, puedes saludar Laos, lo que es bastante especial.




Una de sus principales atracciones turísticas es el Sala Kaeko, un parque de esculturas gigantes de lo más raras, construidas por un chamán hindu-budista.




La organización con la que decidimos realizar este proyecto es Travel to Teach, con programas en la mayoría de países del sud-este asiático y ahora también en sud-américa.

Su objetivo es ofrecer educación y enseñanza de inglés a niños de entre 6 y 12 años en los países y regiones donde la educación es muy deficiente en todos los niveles; mucha corrupción, poca inversión por parte del gobierno, infraestructuras deficitarias y un gran desinterés para que los niños puedan aprender inglés. Es paradójico que los profesores de inglés en estos países no son capaces de hablarlo.
Personalmente, nos tomamos este proyecto con muchas ganas, ya que poder ofrecer parte de nuestro tiempo a los más necesitados es algo mucho más gratificante y enriquecedor de lo que podríamos pensar y que te permite, al final, aprender mucho más a tí que a los propios niños.

El día 30 llegamos a nuestra nueva ciudad, coincidiendo con mi cumpleaños. Por fin íbamos a poder deshacer las maletas, después de casi 3 meses en ruta. La organización ofrece alojamiento a los voluntarios, en una casa fuera del centro de la ciudad, y con capacidad para unas 12 personas, es una casa de 3 pisos un poco hecha polvo ya. Conocimos a nuestros compañeros, 6 en un principio, aunque ahora somos ya unos 9. Es divertido compartir casa con tanta gente. Nos recordó a nuestra época Erasmus en la universidad.

Somos la única pareja española. De hecho, somos los primeros voluntarios españoles aquí. Los demás son de Suecia, Francia, Holanda, Estados Unidos y Canadá. Todos con diferentes edades, desde 19 hasta 68 años, sí! 68 años! Y es que nunca es tarde para cumplir tus sueños. Y esto es lo que Paul, un holandés de casi 70 años, está haciendo ahora. Ha decidido romper su propia barrera y viajar solo por primera vez. Y os podemos asegurar que su excitación después de una semana es increíble.

Xavi y yo tenemos asignados dos colegios, a los que vamos de lunes a viernes por las mañanas. Uno está en la propia ciudad. El otro está en las afueras, a unos 15km y es mucho más pobre, ni siquiera nos pueden dar de comer. Y por las tardes, damos clases a los monjes budistas en el templo y a un centro de discapacitados físicos. Para esto, nos turnamos con los demás voluntarios.

El reto más grande con los niños pequeños es cómo enseñarles inglés sin saber tailandés. Su nivel de inglés es muy pobre, como nuestro tailandés, así que la diversión está asegurada! Y todo esto con un salario muy alto: su sonrisa.
En la escuela más pobre es más fácil enseñar. Los niños pobres agradecen mucho más las pequeñas cosas, así que nos escuchan y se lo toman más en serio…aunque algunos no pueden ni leer nuestro alfabeto. Básicamente en clase intentamos hacer ejercicios para que aprendan a leer y escribir, ya que a medida que avanzan cursos aprenden vocabulario pero siguen sin saber leer ni escribir.



En la otra escuela las clases son mayores. Incluso tenemos un niño de 12 años ladyboy. Se llama Mik y ya nos dice “Mik is a boy, Mik is a girl”… le encanta mirarse al espejo y hacer posturas a lo ladyboy.

Es muy curioso los apodos que les ponen a los niños. Como los nombres thai son larguísimos y para nosotros impronunciables, cada niño tiene su apodo, algunos son divertidísimos: extra, donut, luis, boat, not, arm, oil, shampoo…



En cuanto a los monjes, es interesantísimo; su inglés es bueno y podemos tener conversaciones de todo tipo. Ellos preguntan todo y más sobre nuestro país y nuestras costumbres, son muy curiosos y están ávidos de aprender. Nosotros estamos aprendiendo muchísimo sobre budismo, tradiciones thai etc…



KRATONG FESTIVAL

El día 2 de noviembre, justo 3 días después de llegar a Nong Khai, tuvimos la suerte de presenciar y participar en uno de los festivales más importantes de Tailandia : el Loy Kratong Festival.

Este festival se celebra en la noche de luna llena del 12º mes lunar. Es el momento que marca el final de la época de lluvias, cuando los ríos y canales están llenos. El río Mekong baja con un gran caudal en este momento.

Este festival se celebra para ofrecer respeto a los dioses de los ríos y canales, para agradecerles su fertilidad y seguir obteniendo buenas cosechas.
El nombre de Loy Kratong viene de la palabra “Loy” que significa “flotar” y “Kratong” que es una como una flor de loto hecha con hojas de banana. Los tailandeses creen que al dipositar el Kratong en el río, éste se llevan toda la mala suerte río abajo.



Así que la tarde del día 2 nos pusimos manos a la obra para hacer nuestros propios Kratongs. Cada uno debe contener una vela, 3 inciensos, flores decorativas, un cabello para larga vida y una moneda para que el dinero nunca falte.

Cuando la luna llena brillaba ya sobre el cielo, nos fuimos todos al río Mekong para lanzar nuestros kratongs, pidiendo antes un deseo. Dicen que algunos de ellos llegan hasta Vietnam.

El ambiente era increíble. Miles de personas en las calles, cenando en los puestos callejeros, con sus Kratongs ( muchos, espectaculares!). En el templo, espectáculos de bailes y trajes tradicionales. Una fiesta muy especial.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Nord Tailàndia II part

Mae Sai-Sop Ruak-Mae Salong-Chiang Mai
Del 24 al 29 d’Octubre

Vam creuar el pont de l’amistat fins al poble de Mae Sai. Estàvem de nou a Tailàndia. Mae Sai és el poble més al nord del país, un poble bàsicament comercial, amb moltes botigues, bancs i restaurants. Vam dormir a un hotel des d’on encara ens sentíem a Birmània, ja que tot el que veiem des del balcó eren les muntanyes birmanes.
Per la nit, hi havia un gran ambient pels carrers, semblava festa major, amb totes les parades de menjar i les firetes…i amb un concert en playback protagonitzat per 2 ladyboys i tot aquell que es prestés a participar.

El tema dels ladyboys aquí a Tai es viu amb molta naturalesa. Estan 100% recolzats per les famílies, i a vegades és la mateixa família que promou que el més petit dels nens (si només han tingut nens a la família) es converteixi en ladyboy per així tenir, al menys, una noia a la família. Molts estan operats i es difícil distingir si son home o dona. Estan molt integrats a la societat, i tenen tot tipus de feines; pots trobar-los treballant a un Super, a un banc, o inclús participant a un concurs de bellesa. És surrealista però hem arribat a veure algun ladyboy –monjo!!!
De Mae Sai, vam viatjar al dia següent fins a Sop Ruak, la ciutat convertida oficialment com a centre del triangle de l’or.

Multitud de cotxes plens de turistes arriben cada matí al poble, sense gaire interés, excepte les dues coses que val la pena veure : el Mirador, des d’on tens una panoràmica perfecta dels tres països que formen el triangle ( Tailàndia, Birmània i Laos) separats per el riu Mekong, i el Museu o Casa de l’Opi.

L’opi ( l’anomenen també or negre) és el motiu per el qual es va anomenar a tota aquesta regió Triangle de l’Or, ja que els beneficis que s’obtenien amb el seu comerç eren enormes.

Des de fa dues dècades aproximadament, s’ha intentat erradicar el cultiu de l’opi aquí, ara només el 5% del opi mundial prové del Triangle de L’or ( abans era el 70%). Afganistan és el país que produeix ara el 95% restant.
El museu de l’opi val la pena visitar-lo per conèixer tota la història del comerç i l’ús d’aquesta substància per les tribus de muntanya procedents de China des de temps llunyans. Inclou una mostra super completa d’objectes per cultivar, tractar i comercialitzar-lo; des dels pesos, que tenien condició de sagrats i s’utilitzaven per els rituals i cerimònies religioses, les balances e inclús els coixins que utilitzaven les tribus per a fumar-lo.



Sembla que la millor posició per a fumar opi era estirat a una esterilla especial transpirable amb el cos col•locat en posició fetal. El cap devia estar recolzat a un coixí, normalment fet de ceràmica, que diuen, t’ajudava a viatjar als núvols.
Tot un ritual.



Vam conèixer la existència de Khun Sa, el més gran comerciant d’opi mundial de tots els temps. Khun Sa era un birmà cap de la unitat d’Intel•ligència del país. Coneixia tan bé el cultiu de l’opi que va començar a treure’n profit personal i els birmans el van empresonar. Quan va ser lliure, es va unir al exèrcit d’alliberació de l’estat Shan, que lluitava per la independència Shan de Birmània i , per a aconseguir financiació, va crear un autèntic imperi gràcies al comerç de l’opi.
Aquest personatge va ser culpat i perseguit per tots els països consumidors de heroïna, declarant-lo culpable de tots els mals que estava causant al mon. Per altres, sobretot per els birmans de l’estat Shan, era el salvador de les seves terres. Mai el van atrapar.

Després d’un parell d’hores a Sop Ruak, vam agafar un blue bus fins a l’oest de Mae Sai, al poble de Mae Salong : el poble menys tailandès de Tailàndia.
El poble de Mae Salong va ser fundat per el règim xinès de Kuomintang. Aquest exèrcit anticomunista va haver de fugir de la Xina després de la revolució de 1949, quan els comunistes van arribar al poder. Van fugir a Birmània, però van ser expulsats d’aquest país i van aconseguir arribar a Tailàndia amb caravanes de ponis. El rei tailandès actual els va donar asil polític i van poder crear un poble igual al seu que havien deixat al Yunnan.

Es van aliar amb Khun Sa, que tenia la seva residència a un poble dels voltants de Mae Salong i també a l’exèrcit de l’estat Shan. Es dedicaven al comerç de l’opi i com que estaven tan aïllats del món, ja que és una zona molt muntanyosa i amb males comunicacions, van poder esquivar al govern tailandès quan va voler acabar amb tot el comerç de l’opi al país. Fins que Khun Sa no va marxar de la zona, no es van començar a substituir els cultius per fruiters, blat i , sobretot, té. Avui hi ha diverses fabriques de té, que dóna feina a moltes dones de les tribus de muntanya.

Per tota la zona, hi conviuen tribus de diferents ètnies, sobretot Akha, Lisu i Laso. I amb la nostra moto vam poder recórrer diversos poblats de tribus i conèixer com viuen cadascun d’aquests pobles.
El dia 27, dos cotxes lletera i un autobús ens van portar de nou a Chiang Mai, abans de marxar a Nong Khai per començar el voluntariat el dia 30.



A Chiang Mai, vam anar a veure un combat de Muay Thai, un dels esports amb més afició en aquest país. Els fan a diari a la ciutat, i als homes locals els encanta apostar, moltes vegades aposten quantitats importants, per lo que la tensió del públic a un combat és alta.
Una música hipnòtica acompanya els combats, i un ritual molt curiós de veure precedeix cadascuna de les rondes. Inclús en ple combat, els moviments son molt rítmics i meditats, sembla que els rivals estiguin en una espècie de trance. Dels 7 combats, 5 van acabar en k.o.
Tota una experiència.



I no volíem marxar de Chiang Mai sense visitar el centre de conservació d’elefants asiàtics més important d’Àsia. Està a Lampang. En aquest centre tenen l’hospital d’elefants més gran del món, i és l’únic lloc on els elefants van a l’escola……i son capaços de pintar quadres!!! Sona una mica surrealista, però veure-ho és creure-ho. Vam anar a un show on, entre d’altres coses com tocar el xilòfon o fer coreografies, els elefants pinten autèntics quadres amb la seva trompa. Molt molt freaky.



Les seves creacions estan a la venta, i segons lo sofisticades que siguin, poder arribar a valdre una fortuna.



El dia 29 per la nit ruta Chiang Mai-Nong Khai. 12 hores més de transport fins la regió de Isan, la més pobra de Tailàndia i on comencem el nostre voluntariat.