Del 16 al 22 de abril
Ruta: Potosí-Sucre
Ya estábamos en Bolivia. Después de pasar la noche en Uyuni, agarramos un autobús la mañana siguiente hacia Potosí, la ciudad más alta del mundo a 4300m y la que fue una de las ciudades más ricas del mundo a partir del siglo XVI gracias al rico cerro de plata de Potosí, la montaña de 5000m símbolo de la riqueza natural de Bolivia.
Fue descubierta por un indígena inca, y los indígenas extraían plata para sus ofrendas a los dioses, todo quedaba dentro del círculo…hasta que llegaron los españoles.
No encontraron el Dorado, pero lo que sí se sabe es que descubrieron el cerro de Potosí hacia el 1535, y bien descubierto: durante 3 siglos, se dice que los españoles sacaron tanta plata del Cerro Rico como para tender un puente de plata desde el mismo cerro hasta el puerto de Sevilla.
Potosí se denominó la Villa Imperial, y en ese tiempo ya tenía más habitantes que Londres o París. Toda la ciudad rebosaba de plata; las iglesias tenían los altares de plata, los santos vestían con plata, los accesorios de las mujeres de sociedad brillaban con este metal….. Todo era Plata. Incluso en fechas señaladas, se levantaban las calles para forrarlas de plata. Excesos y derroches. ¡Vale un Potosí!: ésta era la expresión que hizo famosa Don Quijote y que se utilizaba para describir a todo lo valioso.
Y todo esto fue a costa de los 8 millones de esclavos, indígenas y africanos, que trabajaban día y noche sin ver la luz del día dentro de las minas para extraer el preciado metal en condiciones infrahumanas. Los que no morían dentro de las minas, morían al poco por la silicosis, la enfermedad de pulmones más común en los mineros, o bien quedaban ciegos al ver el sol tras tantos meses de pura oscuridad.
Hoy día, la mina es todavía el trabajo principal para la mayoría de potosinos, y su tradición principal, aunque ya no haya plata, ni rastro de ella…..ahora los mineros trabajan duro para extraer otros minerales menos rentables como el estaño, zinc, etc. Pero su trabajo sigue siendo uno de los más duros que existen. El trabajo de minero no es apto para cualquiera, tienes que ser fuerte, muy fuerte…
Una mañana, decidimos meternos en las minas para descubrir un día en las profundidades del cerro de Potosí.
Ahora mismo operan 53 cooperativas en las diferentes minas del cerro. Tan sólo hay una empresa estatal en la extracción. Sus mineros son los que tienen las mejores condiciones de trabajo. Los demás, tan sólo tienen la protección de su cooperativa para hacer frente al trabajo en las minas, pero podríamos decir que cada minero trabaja para él mismo. Normalmente, el tema funciona así: cuando más trabajes, más cobrarás, pero siempre acompañado de la suerte del minero, que es la que debe darte una buena beta para extraer buenos minerales. La cooperativa se encarga de cobrarte el impuesto para traspasar al gobierno, que es de un 25% del total de tus ingresos, casi nada!, y de poner las reglas del juego dentro de las minas.
El minero, normalmente, calcula un mes para extraer las 8 toneladas mínimas necesarias para poder analizar el mineral para después venderlo. Estados Unidos es el principal comprador, y se encarga de poner el precio. Qué paradoja, verdad? Es el comprador el que fija el precio, convirtiendo este trabajo todavía más vulnerable.
Un día de minero puede empezar con 10 grados bajo cero, a las 6 de la mañana, cuando aún de noche salen hacia el cerro para bajar a la mina. Antes, pasarán por el mercado de los mineros, para comprar las cosas que necesitan para un día de trabajo. Esto es un ritual, es algo que hacen cada día antes de subir a la mina: compran dinamita, algún refresco, ya que dentro sólo pueden beber porque si comieran se llenaría su estómago de polvo tóxico, cigarrillos, alcohol de 96º, una bomba para el estómago, y coca, muchas hojas de coca, el elemento más importante de todos. La coca es lo que les permite horas maratonianas dentro de la mina; es válida para combatir la fatiga, quitar el hambre y mantenerles despiertos.
Algunos trabajan en parejas o tríos, sobretodo para transportar los carros tan pesados con los minerales, pero tantos otros trabajan en la más profunda soledad dentro de las profundidades.
Pueden hacer turnos de hasta 15horas, trabajan sin reloj, y ahí dentro, tan sólo tienen al diablo, al dios de las profundidades, como amigo. La iglesia prohibió utilizar la palabra Dios para referirse al diablo, así que de Dios, salió Dio, y de ahí Tío, el nombre que ahora se utiliza para referirse al diablo. Todas, absolutamente todas las minas, tienen un Tío, al que cada mañana todos los mineros tienen hacen una ofrenda para que les de buenas betas, les proteja y les de seguridad en la mina. Si no lo hacen, el Tío puede enfadarse y arrebatarles incluso la vida.
Estuvimos unas 3 horas dentro de la mina San Miguelito. El circuito no es nada fácil; bajamos hasta el 5º nivel. El oxígeno falta y la completa oscuridad te hace perder la noción del tiempo y de la luz del día. Íbamos encontrándonos con carros que venían a toda velocidad, sin frenos, para ser vaciados desde el primer nivel. Algún ruido de dinamita indicaba que algún minero estaba abriendo beta. Moverse por ahí dentro es complicado, el polvo te entra dentro, ya que no se utilizan mascarillas, por el menor oxigeno que tendrían si las utilizaran, y tienes que trepar hacia los distintos niveles de la mina. Los mineros acostumbran a fumar, porque así en parte evaden los polvos tóxicos cuando hay una detonación. En los niveles más bajos, el calor aumenta, y la humedad también.
Visitamos al tío para hacerle unas ofrendas con algunos mineros. Siguiendo el camino hasta el Tío, pudimos ver una estatua que representaba a Manuel Pizarro contra la pared. En esta mina, lo tienen castigado por todo el saqueo que hicieron en el cerro.
Las mujeres de los mineros no pueden entrar a las minas. Es un presagio de mala suerte, ya que la Pachamama es celosa. Ser minero es un trabajo machista, así es como lo definen los mismos mineros. Solo hay espacio para los hombres.
Después de 15 años de trabajar en las minas, los mineros empiezan a sufrir de los pulmones, y la silicosis arrebata la vida de muchos de ellos. Una vida bien corta la del minero. Pero aún así, para ellos es un orgullo ser minero.
Pasamos un par de días en la ciudad. Una ciudad en las alturas con aire colonial donde todo gira alrededor del cerro Rico, presente desde cualquier calle, pero sin plata, claro.
Todas las calles tienen pendiente, algo típicamente boliviano, y a 4000metros de altura tienes que hacerlo despacito, el oxígeno falta….Como dicen en Bolivia para evitar el mal de altura hay que : comer poquito, caminar despacito y dormir solito.
Visitamos el Palacio de la Moneda, uno de los museos más interesantes de Bolivia, y lugar donde se acuñaron las primeras monedas de plata para Europa y toda América. En él puedes revivir la euforia de la plata de aquel entonces.
El sábado por la noche hicimos un intento por salir de fiesta con un grupo de argentinos que conocimos, Marianela, Fabrizio, Juan y dos cordobeses más, pero acabamos en un karaoke sospechoso, así que fuimos a un bar más normal, donde por 1€ tienes un buen ron con coca-cola... y música argentina.
Y de Potosí agarramos otro bus hacia Sucre, la capital de Bolivia, y la capital que los colonizadores construyeron y escogieron para vivir y educar a sus hijos, sobre todo por su clima más benigno en relación a Potosí. Hoy día, la llaman la ciudad blanca, por sus calles y edificios coloniales de este color.
Viajábamos con Andrew, el mismo que nos acompañaba desde Salta, y con Marianela, la porteña que conocimos en Potosí. Y en el mismo trayecto, conocimos a una pareja d’Esparraguera, Enca y Xavi. Empezábamos así unos días de viaje juntos y quién sabe, quizá los últimos días de nuestra aventura también, ya que ellos también están viajando por un año, y tenemos mismas intenciones de final de viaje.
Llegamos a Sucre. Era domingo, por lo que todo estaba cerrado. Mientras nos tomamos el tiempo de decidir dónde íbamos a alojarnos, chequeamos algún sitio para comer. Acabamos probando uno de los manjares típicos de la zona: el chorizo de Sucre. Con eso tuvimos suficiente para comer y cenar, porque se nos estuvo repitiendo hasta el día siguiente.
En Potosí y en Sucre empezamos a ver ya muchísimas cholitas. Las cholitas son las mujeres bolivianas indígenas que aún visten de época con sus sombreros en copa, los chales, las 2 trenzas larguísimas y la ralla en medio, y las polleras, las faldas en forma de copa ya que debajo llevan hasta 6 juegos de punto para conseguir esa forma. Hoy en día es carísimo ir vestida de cholita, puede costar hasta 100 euros el traje, una pasta para este país. Dicen que no van a desparecer, es una vestimenta muy típica del país.
Esta tradición nació en la época colonial. La vestimenta original es de Extremadura y las mujeres colonizadoras ricas vestían así. Una teoría dice que al desaparecer la colonia, y como reivindicación tras conseguir la libertad, las mujeres bolivianas empezaron a vestir como los ricos españoles…y así visten hasta ahora.
No había mucha gente por las calles. Y es que en domingo todo el mundo pasa el día en alguno de los parques de la ciudad, bastante grandes y súper equipados con tenderetes y atracciones para los más pequeños.
Sin saber bien si era broma o real, vimos una pelea de dos chicos bolivianos. Aquí el tema de la virilidad y el machismo es muy fuerte, y parece que para arreglar discrepancias, simplemente se pelea. Nos dimos cuenta que la cosa iba de verdad cuando uno de ellos acabó con la nariz bien ensangrentada. Tenían hasta un árbitro que decidía cuándo iba a acabar la lucha. Ridículo.
Pasamos unos días tranquilos, compartiendo el buen momento con Enca, Xavi, Marianela y Andrew. Resulta que en el mismo hostal donde estábamos también se hospedaban los franceses con los que hicimos los 3 días hasta Uyuni. Y es que lo bueno de viajar con tiempo y por tierra, es que milagrosamente siempre te vuelves a encontrar con gente que has conocido en el camino. Aunque parezca difícil, la ruta está bien marcada.
Un día subimos hasta la Recoleta, una plaza- mirador con las mejores vistas de la ciudad. Un lugar ideal para tomar algo con aire puro y buenas vistas.
En cuanto a la comida, en Bolivia puedes comer bien por muy poco dinero. Utilizar los mercados o los patios de comida es la forma más barata: Carne de llama, Silpancho ( carne con patatas, huevo frito y arroz), pollo al spiedo con patatas o sopa de quinua es lo más típico. Por unos 17bolivianos ( 1,5€) tienes un almuerzo completo con postre incluido. Claro está, que tarde o temprano tu estómago se resiente del frito boliviano.
El día 21 habíamos decidido ya irnos para la Paz, pero tuvimos que quedarnos ya que Xavi estaba un poco indispuesto para viajar así que nos quedamos en Sucre un día más.
Hicimos una visita a la Casa de la Libertad, el lugar donde nació Bolívia y también el movimiento independentista y anti realista de toda Sur-América. Tiene una historia bien interesante y algunos de los cuadros más importantes de América, como el retrato más fidedigno jamás pintado de Simón Bolívar, dicho por él mismo, claro, o un retrato muy bueno también del Evo, el gran Evo Morales.
El primer presidente indígena de Bolivia que ha rEVOlucionado el país, dando más servicios y poder a los indígenas, ignorados hasta ahora. Incluso apareció en la ONU sosteniendo que la hoja de coca no es droga, es una planta mítica en la cultura andina, y medicinal que ayuda a millones de personas además de ser su sustento económico. En las zonas más pobres quieren mucho al Evo, no tanto en las ricas…preferían un presidente criollo.
Seguimos hacia La Paz.
"Que toda vida es sueño y los sueños sueños son? "
...
2 comentarios:
JESUS CHRIST!
COMO MOLA NANUS… viva el tio! fa pinta de molt autentic todo esto!
Hasta em ha dado un poco de claustrofobia al ller sobre las minas.
cuando podremos hablar maq's? cunado os va mejor?
y que tal un corte de pelo? ¿no? el look champinion no esta mal, pero lo agradeceras por el calor…
bon viatges!
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