Del 24 de febrero al 03 de marzo.
33 horas. Éste fue el total de nuestro vuelo para cambiar de continente el día 23 de febrero, que nos llevó de Asia a Sur-América. Volamos con United Airlines, una compañía americana que nos defraudó por su servicio y su flota. De Tokio volamos hasta Washington, y de ahí otro vuelo de 12 horas hasta Buenos Aires, la capital argentina. En la escala en Washington vimos más personas obesas en 7 horas que en 7 meses en Asia.
Llegamos agotados y desorientados. El choque cultural fue muy muy fuerte; de repente volvíamos a hablar español, la gente nos entendía y teníamos la sensación de haber llegado a casa, por proximidad cultural. Lo primero que hicimos, luego de hacer el check-in en nuestro apartamento y casa por una semana, fue comernos un bife de ternera con papas y una ensalada en una terracita al sol en el centro de Buenos Aires. Por fin volvíamos a saciarnos con un buen plato de carne.
Todavía era verano en Buenos Aires. La ciudad empezaba a recuperar la normalidad y se preparaban para la vuelta al cole el lunes siguiente. El tiempo nos acompañó toda la semana, con una temperatura de unos 25º, un tiempo de lujo después de un mes y medio viajando en el frío invernal de China y Japón.
Nuestros días en Buenos Aires fueron muy tranquilos; aparcamos la guía de viajes y la cámara de fotos, y disfrutamos descansando, comiendo y descubriendo los barrios míticos de la ciudad. Días muy tranquilos, pero no por estar en una ciudad precisamente tranquila. Hoy en día, Buenos Aires es una de las ciudades más peligrosas de Sur-America. La inseguridad en sus calles es el problema más importante que afronta la ciudad, con mucha pobreza y marginalidad que ves en todas partes. El gobierno no se preocupa de este problema, así que va en aumento. La gente de Buenos Aires vive insegura, y así te cuentan en cualquier oportunidad de conversación contigo. Lo que te hace estar alerta en todo momento.
Otro tema que nos sorprendió al llegar fueron los precios. El nivel de vida en Argentina es bastante alto, lo que explica encontrar tanta gente sin recursos. El salario medio de un argentino en la ciudad es de unos 400€, salario que no da ni para comer un fin de semana fuera, donde un menú puede costarte unos 7€ en capital. Así que mucha gente de Buenos Aires no ha tenido todavía la oportunidad de viajar dentro de su propio país, es un lujo que no está a su alcance.
Pero lo que sí tiene esta ciudad es muchísimo ambiente, y mucha cultura. Sí, sobretodo cultura. Tiene una cartelera increíble de teatros, cines, centros culturales y espectáculos musicales varios, cafés centenarios e infinidad de librerías, con mucha compra venta de libros usados.
En las calles mucho bullicio y el tango omnipresente por todas partes. Puedes ver espectáculos gratis en cualquier plaza, en San Telmo o en el Caminito de la Boca.
Los transportes públicos están muy subvencionados por el gobierno y son muy baratos, pero también deficientes. Fue un gran impacto venir del mejor metro del mundo, el de Tokio, y meterte en el subte de Buenos Aires, abarratodo, sin frecuencias ni ventilación y con las diferentes estaciones sucias y sin mantenimiento. Preferimos después de la experiencia en subte, viajar en colectivo (el bus) : )
Recorrimos los barrios más importantes, cada uno con su propia personalidad. En algunos de ellos encuentras varias similitudes con Barcelona, pero por el ambiente también con Madrid. El barrio de Palermo se parece al Born y San Telmo se podría decir que a Gracia. Los argentinos son muy cercanos culturalmente, ya que los orígenes de la mayoría de gente son españoles o italianos.
Uno de los míticos barrios es el de La Boca, deprimido económicamente pero donde encuentras el auténtico folklore argentino, con las casas pintadas multicolor, con la calle “ El Caminito” y el estadio de la Bombonera como principales reclamos. Es un barrio obrero, y bastante peligroso, pero tuvimos la oportunidad de recorrerlo sin problemas e incluso de ir a ver un partido del Boca Juniors en el legendario estadio de Maradona.
Conseguir las entradas fue una experiencia en sí misma, con muchos trapicheos y con algo de riesgo, ya que la corrupción en Argentina la encuentras a todos los niveles. Nuestras entradas eran invisibles, y después de pasar de un tío a otro, al final las barreras del estadio se abrieron para nosotros, así como por arte de magia con dinero bajo manga. Y allí estábamos, con la mejor afición del mundo, le llaman el jugador número 12. En Argentina les llaman las barras bravas y están relocos, mejor no cruzártelos fuera del estadio, porque son unos liantes peligrosos. Eso sí, se pasan cada minuto del partido dejándose la voz cantando y bailando. El estadio es una fiesta y tienen un repertorio enorme de canciones. Para un buen aficionado al fútbol es una experiencia inolvidable…el partido en sí fue aburridísimo, ya que en el fútbol argentino juegan al ralentí, pero el espectáculo fue la grada que se vino abajo cuando boca marcó. Dale Boca.
Aquí al pobre Messi no le quieren mucho, le presionan y critican bastante. Para ellos Maradona, solo hay y habrá uno en la historia.
Fue curioso encontranos por casualidad con un amigo del colegio de Tania, el Teix, que justo llegaba a Buenos Aires de vacaciones. Estuvimos la tarde juntos, ya que hacía más de un año y medio que no nos veíamos. Qué pequeño es el mundo.....
Después de una semana ya empezamos a aclimatarnos a Sur-América después de tanto tiempo en Asia. Empezamos a sentirnos a gusto.
"Que toda vida es sueño y los sueños sueños son? "
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